martes, 16 de enero de 2018

Everything means nothing to me




He visto al mundo desvanecerse a través de tus ojos,
quienes solían contemplar la esperanza,
como un distante y brillante sol en el horizonte,
pero que ahora solo atisban un destello de sombras,
esfumándose cual aliento de vida huyendo desesperadamente,
de este vacío envase llamado alma,

Vacío que te devora desde el interior con su
intoxicante anhedonia,
anhedonia la que te sumerge en la nada,
nada que te hunde en el abismo,
abismo que habitaste desde el principio,
principio al que retornas irremediablemente,

Irremediablemente roto, como la cordura disolviéndose,
en el mar de los sueños inconcebibles,
sueños que te mantienen despierto,
sueños que nunca se cumplen,
sueños que transformas en mala poesía a las 4 de la mañana,
porque solo entre las letras pueden cobrar vida,
vida que ya solo existe,
en la decadente imaginación que los concibió,

He visto singularidades tragar universos enteros,
he visto supernovas colapsar y vomitar mundos nuevos,
he visto el gris en las flores y colores brillantes en la oscuridad,
he visto al caos dominar sobre el orden,
y al azar creando la ilusión del propósito,

He visto al mundo desvanecerse a través de tus ojos,
y sin darme cuenta me quedé atrapado,
mientras contemplaba a tus ojos:
desvaneciéndose a través del mundo.

miércoles, 10 de enero de 2018

El valor de volarse los sesos




“En México, existen estos peces del género Astyanax que han colonizado las cavernas de Sierra del Abra. Al principio estaban perdidos, se encontraron a sí mismos viviendo en completa oscuridad. Pero no murieron, se adaptaron. Perdieron su pigmentación, su vista, y eventualmente, sus ojos. A cambio de sobrevivir se convirtieron en algo horroroso. Rara vez pienso en lo que alguna vez fui. Pero me pregunto, si un solo rayo de luz penetrara hasta la cueva ¿sería capaz de verlo? ¿o sentirlo? ¿sería atraído hacia su calor? Y si lo hiciera ¿me volvería menos horroroso?”

Raymond "Red" Reddington (The Blacklist).

 

Otra docena de nubes, otro edificio deteriorado, otro grupo de adolescentes haciendo bromas tontas, otro letrero con publicidad engañosa, otro árbol, otro más, y otro –al menos ese último estaba en floración-, un rostro agotado, tres con resaca, el de enfrente deja escapar una ligera sonrisa a su smartphone (tal vez vio un buen meme), otra pareja discutiendo, otra anciana enferma, otra bandada de aves cuyos cantos se pierden entre el horrible ruido de la decadente ciudad, otro perro defecando, otro corazón roto, otro taxista que se atraviesa imprudentemente, otro padre yendo tarde por sus hijos, otro fanático religioso gritando sobre el fin de los tiempos, otro policía corrupto, otro ladrón astuto, otra comida rápida, otro vaso de cerveza que se llena, se prueba, se vacía y se va, otro cigarrillo, otra horrible canción de moda, otra estúpida película, otra noche sin dormir, otra vez el maldito alarma indicando el inicio de este patético ciclo.

Es irónico –pensó: las únicas pocas cosas que me hacen sentir vivo, son aquellas que me destruyen, esas que acortan mi existencia; lo único que me hace sentir calor son las gotas de agua helada penetrando hasta los huesos, el gramo diario de metanfetamina atravesando la barrera hematoencefálica directamente desde la mucosa nasal, el humo del cigarro consumiendo lentamente el aliento de mis pulmones, el alcohol cocinando mi hígado y matando mis neuronas, la sangre disolviéndose en la heroína, y la heroína abriéndose paso lentamente en la sangre, haciendo corrosión desde dentro; la suma de decisiones equivocadas trayendo dolor pero un poco de sorpresa a esta eterna monotonía.

Intentó contar sus fasciculaciones hasta quedarse dormido, pero la ansiedad del síndrome serotoninérgico se negaba a dejar de atormentarlo, tan cansado de todas esas últimas veces, y tan encadenado a ellas, hace tiempo que la destrucción había dejado de ser divertida, o tal vez nunca lo fue, tal vez era solo un intento desesperado y fallido por llenar este inmenso vacío, tal vez si se destruía a sí mismo por fin podría descansar; hubo una época en la que al menos podía justificar su destrucción como un viaje de exploración a distintas realidades, pero ahora era solo una desvaneciente sombra de lo que alguna vez fue, los destellos de creatividad se esfumaron hace mucho, de cierta forma todo parecía haberse esfumado: su voluntad, su fuerza, su juventud, su familia, sus amigos, el amor de su vida, sus sueños, su futuro, su todo. 

Mientras los hipertensos latidos de su corazón marcaban el fin de la noche, una persuasiva voz empezó a resonar en su cabeza “hazlo, no tienes porque vivir encerrado en este gris infierno, el tormento puede acabarse… si así lo deseas; antes fallaste, pero ahora la tienes a ella, con ella no puedes fallar, el hipnótico giro del tambor del revolver parecía tranquilizarlo, lo llenó de balas, lo colocó en su lugar, y apuntando directamente sobre el lóbulo frontal, jaló el gatillo sin dudarlo, un estruendo tornó su mente en blanco y las paredes en rojo, mientras el eco del disparo se propagaba de regreso a su destrozado cráneo el todo se fundió con la nada, un ultimo golpe de dolor instantáneo y su vida se había terminado para siempre, primero todo era blanco, luego todo negro, al fin sin el gris...

...bip, bip, bip, bip, bip, bip, bip, bip, bip...