El experimento de la caja de Skinner fue diseñado por el psicólogo Burrhus Frederic Skinner con el objetivo de estudiar el comportamiento animal, y más en concreto los mecanismos de aprendizaje asociativo. Y consiste básicamente en esto: se aísla al animal dentro de una caja, esta contiene un mecanismo (una palanca, por ejemplo) que asegura que el animal obtendrá alimento en caso de realizar la actividad que accione dicho mecanismo, así el animal aprende que si mueve la palanca obtendrá su recompensa.
En sus experimentos con ratas y palomas Skinner observó que estos aprendían rápidamente el truco, pero ¿qué pasaría si en lugar de darles alimento al mover la palanca o pulsar un botón, se les empieza a suministrar la recompensa en tiempos completamente aleatorios? Pues esto es precisamente lo que Skinner hizo, sus resultados fueron bastante reveladores: ¡los animales empezaron a establecer asociaciones falsas! Si una paloma estaba moviendo las alas y en ese momento -por mera casualidad- se le daba alimento, esta creía que había sido recompensada y pronto la paloma empezaba a mover las alas con tal de recibir alimento; así, se obtuvo toda clase de comportamientos supersticiosos, palomas volteando hacia la izquierda, otras hacia la derecha, arriba o abajo, dando vueltas en circulo, golpeando con su pico alguna parte de la caja, etc. Estos comportamientos, por su puesto, no eran los causantes de que recibieran el alimento, pero si la coincidencia se repetía algunas veces pues el animal seguía sus creencias y repetía el comportamiento una y otra vez.
"Creo en Dios porque lo he experimentado en mi vida" "Él respondió mis oraciones y mi hijo se curó de cáncer" todos hemos escuchado afirmaciones similares alguna vez, y pienso que la razón de que las personas crean estas cosas es bastante simple: viven en una Caja de Skinner. En realidad, todos lo hacemos: la evolución ha dispuesto que el homínido que se encontraba merodeando durante la noche en la sabana y huía al escuchar un ruido detrás del arbusto (porque la experiencia previa y su instinto le decían que la causa era un depredador) era el que sobrevivía, aquellos individuos que no asociaban el estimulo con un probable peligro tenían menos posibilidades de sobrevivir que aquellos que sí lo hacían. Así que la selección natural fue fijando este comportamiento a través de las generaciones, pero ¿significaba esto que todo ruido y movimiento era porque había un depredador observándote siempre? Por su puesto que no, las causas podrían ser muchas, pero al igual que en el experimento de Skinner, son nuevamente la aleatoriedad y los estímulos los que condicionan nuestro aprendizaje asociativo, haciéndonos creer que X pasa porque Y hace esto (cuando en realidad es Z o W el causante).
Y esto es lo que ocurre con los creyentes, cuando alguien enferma o tiene un problema, eleva una plegaria (porque ha sido adoctrinado en la idea de que hay un dios personal que interviene en cada aspecto de sus vidas) para pedir salud o ayuda, la mayoría de las enfermedades (incluso algunos tumores cancerígenos) suelen remitir por si solas al cabo de unos días (el cuerpo desarrolla mecanismos defensivos y neutraliza al agente causal, los medicamentos suministrados hacen su trabajo o ambas) y cuando la persona sana, cree que ha sido Dios quien la ha curado. En un universo indiferente, a veces ocurren cosas que nos benefician o perjudican, de las millones de personas que compran un boleto de lotería solo unas cuantas ganan, si durante el sorteo una de ellas reza y resulta ganadora creerá que ha sido Dios quien la ha bendecido, pero en realidad ha sido el mero azar y las leyes de la probabilidad las que han actuado. Vivimos en un mundo en el que no podemos controlar todo lo que pasa a nuestro alrededor y las causas de lo que nos ocurre casi siempre son desconocidas, la gente que elige creer en Dios simplemente está reflejando un comportamiento de aprendizaje asociativo creado por la selección natural en nuestro pasado evolutivo, al igual que las palomas en el experimento de Skinner, van por la vida asignando causas erróneas a las consecuencias. Desde los vikingos que gritaban durante los eclipses para ahuyentar a los lobos que "intentaban devorar al sol", pasando por los aztecas que descuartizaban cavidades torácicas humanas a diario para asegurarse de que saliera el sol, hasta el cristiano/catolico/judio/etc que reza para resolver sus problemas, todos son ejemplos del mismo fenómeno, todas las religiones son diferentes caras del mismo dado.
Si un avión con 400 pasajeros se estrella y solo sobrevive uno, este seguramente se creerá salvo a causa de la gracia de Dios y exclamará que ha sido parte de un milagro, pero ¿cómo le explicas a los familiares de los 399 muertos que esto ha sido un milagro? aquí es donde los creyentes hacen la siguiente pirueta: "todo forma parte del plan divino, los misterios de Dios son inescrutables, él sabe porque hace las cosas" o el típico "todo pasa por algo". Pues claro, todo pasa por algo, pero ese algo no es otra cosa mas que el mero azar, la casualidad y la causalidad conspirando juntas, siempre ocurrirán tragedias y las personas intentan encontrar consuelo en sus creencias, pero como alguna vez dijo Carl Sagan, ¿qué es mejor, creer algo solo porque nos hace sentirnos bien o captar el universo tal y como es en realidad? ¿qué actitud nos equipa mejor para sobrevivir a largo plazo? ¿qué nos da una mayor influencia sobre nuestro futuro? Y si nuestra ingenua autoconfianza queda socavada en el proceso ¿de verdad es tan grande la pérdida? ¿No hay motivo para darle la bienvenida como una experiencia que hace madurar e imprime carácter?
Gracias al método científico, al escepticismo y al pensamiento crítico, hemos sido capaces de sobreponernos a una enorme cantidad de desafíos, ¿qué habría pasado si en lugar de investigar el origen de las enfermedades simplemente hubiéramos aceptado que "mi vecina la bruja, a la que no le simpatizo, me lanzó un hechizo y por eso me enfermé" o "la voluntad de dios es inefable y nada podemos hacer por cambiarla"? seguramente no tendríamos la teoría microbiana de la enfermedad, no existirían los antibióticos, las vacunas, ni los miles de tratamientos que tantas vidas han salvado.
Al quitarnos la venda de la fe, y al abrirle las puertas a la duda, nos liberamos y es esta libertad la que nos permite luchar por un mejor futuro para las generaciones venideras.
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