sábado, 30 de junio de 2018

LLUVIA



(I)

Hay algo en la lluvia,
una voz, un canto,
un sobretono,
que me levanta,
me expulsa de mí mismo;
tan pronto como la veo,
atravieso cualquier pared,
corro hacia los árboles,
olfateo la tierra mojada,
y puedo escuchar mis
pensamientos de nuevo;
cruzando el mundo entero,
al tocar mi cuerpo,
las gotas del cielo
son la metamorfosis de mi llanto,
y el viento arrastra la nostalgia
hasta tornarla en olvido,
transformándola en humo,
le pido al universo
que la inhale hasta morir,
y con una gota de fuego,
catapulta mi mente,
de vuelta ese hogar llamado
«calma en tempestad»


(II)

Me elevo al cielo,
se desprende mi individualidad,
me fusiono con las grises nubes,
vuelo, floto, me traspasan los
relámpagos, pero no siento dolor,
saboreo la auténtica libertad,
hasta que la gravedad me condensa,
me captura, me encapsula,
me une con el resto, me arrastra,
me aleja, me acerca, me jala
de vuelta a la superficie,
atorado entre el limbo
del cielo y la tierra,
divago por lugares desconocidos,
me separo del resto,
estoy solo de nuevo;


(III)

De pronto,
me estampo con
una superficie transparente,
transparente como yo,
pero sólida e inmóvil,
soy una gota que se
arrastra zigzagueante,
que tiembla, se une a otra gota,
ahora somos dualidad,
trinidad, cuarteto,
hasta que un tope
nos separa otra vez;
soy esa gota anónima
en tu parabrisas,
he recorrido mundos enteros,
hasta llegar a cruzarme
con esa mirada marrón tuya,
pero tú ya no me ves,


(IV)

Solo soy uno más entre
tantos insignificantes
trozos de lluvia,
soy una lágrima que llora por ti,
porque ya no me reconoces;
con un botón
me borras de tu camino,
me pierdo entre el caos del tráfico,
ahora ya no soy más
que un charquito,
esperando ser pisado por error;
pero cuando casi olvidaba
cómo se siente el calor,
el sol me rescató,
me evaporó con su luz,
me transformó,
me quitó un peso de encima:
ahora soy un ligero gas invisible,
que sueña con ser respirado por ti.


jueves, 28 de junio de 2018

Sobre nuestra batalla contra la irracionalidad


Pienso que nuestro trabajo como científicos, divulgadores, pensadores críticos y escépticos no es convencer a nadie de nada, tampoco persuadirlos de que acepten nuestras ideas, ni desconvertirlos de sus creencias. Porque por más que intentemos hacer esas cosas, es simplemente imposible lograrlo, como decía Terence Mckenna “el problema no es encontrar la respuesta, el problema es enfrentarla”.

No se puede convencer a una persona que ha sido sistemática y dogmáticamente reprimida de sus facultades críticas, de que abandone de golpe las ideas que le han sido embutidas desde su infancia, y no me refiero únicamente a las creencias religiosas, sino a toda la amplia gama de supersticiones y sinsentidos que tanto habitan en nuestra sociedad. No podemos convencer al ciudadano corriente que deje de creer en los horóscopos, en los aliens, en la homeopatía, en la tierra plana, ni en cualquiera de los miles de dioses que la humanidad se ha inventado; porque todas estas creencias aunque parezcan inofensivas, parten del mismo principio en el que se basan los actos suicidas en nombre de Alá, o en los padres que se niegan a vacunar a sus hijos (promoviendo el surgimiento de enfermedades que creíamos errádicadas), tanto el fundamentalista que mata y se mata por y para su dios, como el moderado que intenta amalgamar ideologías de la edad de piedra con los avances del mundo moderno (aunque al final solo consiga entrar en un estado de disonancia cognitiva), surgen a raíz del mismo fenómeno: la noción de que hay virtud en aceptar como cierta cualquier afirmación sin requerir evidencias que las sustenten, bug o fallo mental tambien conocido como “fe”.

Es el viejo dilema que señaló Carl Sagan: no se puede convencer a un creyente de nada, porque sus creencias no se basan en la evidencia, sino en la enraizada necesidad de creer. Por lo tanto, cualquier intento de desconversión está obligado a fracasar, sin importar cuántas toneladas de evidencia científica e histórica (o de cualquier otro tipo) se presenten. El creyente está programado para no pensar, para conformarse con respuestas que no responden nada, para no cuestionar ni desafiar a la autoridad. La persona que recurre a la fe y a los vacíos en el conocimiento actual para justificar sus actos y creencias, pertenece sin duda, a la primera infancia de nuestra especie. Este tipo de personas son como palomas en una caja de Skinner: van por la vida confundiendo correlaciones arbitrarias y concidencias con causalidad, pero ¿cómo culparlos? En un universo caótico donde las causas e interacciones de la naturaleza permancen tan ocultas al ojo inexperto de una especie de Homínido medianamente inteligente que solo lleva unos cuantos cientos de miles de años en este planeta, era de esperarse que se fundieran pseudoexplicaciones que parecieran tener sentido. Así como no se puede convencer a un niño de que deje de creer de golpe en santa o el hada de los dientes, tampoco se puede convencer a un adulto de que se deshaga de sus concepciones más arraigadas; pero de la misma forma en la que un niño crece, madura, adquiere nuevos conocimientos y formas de interpretar la realidad; cualquier persona es perfectamente capaz de quitarse la absurda venda de la fe. Por lo tanto, no podemos perder el tiempo embarcandonos en una cacería u holocausto intelectual para eliminar de las mentes de las personas todas estas nociones absurdas. Lo que sí podemos hacer es poner al alcance de todos el conocimiento y método científico, señalar la evidencia que contradice las creencias irracionales y dogmas de cualquier tipo, así como las inconsistencias lógicas de las mismas, luchar porque todos tengan acceso a una vida y educación de calidad, defender la separación del estado y la iglesia, promover el escepticismo y el pensamiento crítico, exponer de forma atractiva a la sociedad (y en palabras que cualquiera pueda entender) nuestra labor como científicos, inculcar la curiosidad, el librepensamiento, el asombro, la pasión, así como el amor por el arte (y por cualquier otra forma de la experiencia que construya y fortifique al espíritu humano) en las nuevas generaciones. Pero todo esto no puede simplemente ensamblarse al primer intento en la mente de los miembros de nuestra sociedad, es casi imposible desprogramarlos tan rápido, lo que se tiene que hacer entonces, es ir inundando de poco a poco, para que, si se se tiene fortuna y el adoctrinamiento de las personas a las que lleguen nuestras voces no es tan profundo, sea la propia persona la que abra los ojos sin tener que encandilarla de golpe. Nuestra responsabilidad es señalar lo evidente y proporcionar las herramientas necesarias para pensar clara, objetivamente y sin prejuicios ni ideologías que contaminen y cercenen nuestra razón; no obligar a nadie a que acepte solo porque sí lo que decimos, después de todo, lo que se busca no es la sumisión de la mente, sino su libertad.




La escencia de una mente independiente no radica en lo que piensa, sino en cómo piensa.

—Christopher Hitchens.

sábado, 10 de marzo de 2018

Más que una molécula




Dos átomos de hidrógeno unidos mediante un enlace covalente polar a uno de oxígeno, ¿Nada complicado, verdad? ¿Qué hay de especial en la unión de dos de los elementos más comunes del universo? Mucho, diría yo.Tomemos por ejemplo a ese diminuto punto azul pálido, el tercero de los ocho planetas que orbitan esa ordinaria estrella tipo G2 V ubicada en la orilla de una de las tantas galaxias de espiral. La superficie de ese planeta rocoso está cubierta en un 70% por billones de estas unidades moleculares a la que la especie humana llama gustosamente “agua”, ahí el agua se ha aliado con la química orgánica para dar sustento a una inmensa diversidad de formas vivientes. En este pequeño planeta ocurre algo interesante; todos los días la radiación electromagnética proveniente del “sol” viaja ocho minutos luz (144,000,000 km) y penetra en la atmósfera terrestre, una parte de esta radiación queda retenida en la masa gaseosa, pero la que logra llegar a la superficie aporta la energía necesaria para que las moléculas de agua que se encuentran en los océanos, mares, ríos y lagos se agiten, se revuelvan y finalmente se separen, cuando esto sucede algunas moléculas de agua consiguen realizar una hazaña asombrosa: se desprenden de sus compañeras y se elevan al cielo, esta transformación de estado líquido a gaseoso logra vencer la atracción gravitacional momentáneamente, luego conforme se eleva, este vapor se enfría y las moléculas que han sobrevivido al viaje –como si se tratara de un batallón en medio de la guerra– se agrupan, se condensan, forman nubes y, dependiendo de la temperatura a la que se encuentren se transforman nuevamente en líquido o en sólido, como su masa ya es lo suficientemente grande las moléculas se rinden ante la gravedad y se precipitan de forma intrépida de regreso a la superficie, la lluvia ha nacido.

Este elegante ciclo es de vital importancia para los seres vivos de aquel planeta, después de todo ellos han evolucionado para necesitar agua ¿Hasta qué punto la presencia del agua condicionó la adaptación de las especies que ahí habitan? O ¿Hasta qué punto los seres vivos han modificado la dinámica del ciclo hidrológico? No lo sé, pero el resultado es impresionante.

En mi planeta también solía llover mucho, pero ya ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que una gota de lluvia acarició mi rostro; hicimos un pésimo trabajo administrando los recursos naturales y llevamos nuestro planeta a un calentamiento global que alteró por completo la dinámica de nuestros ecosistemas y evaporó nuestros océanos. Para nosotros ya es demasiado tarde, mientras escribo estas líneas mi especie se autodestruye, y si no lo hace, el cambio climático sin duda alguna cobrará el precio de nuestra irresponsabilidad.

Espero que la especie humana sepa valorar la inmensa belleza que yace resguardada en cada diminuta gota de lluvia… Porque el agua, es más que una molécula.

viernes, 2 de febrero de 2018

Cosas que escribí durante un ataque de ansiedad


A veces siento que el paso del tiempo me vuelve loco, 
porque hay segundos que parecen prolongarse eternamente, y luego sin darte cuenta se escapan para no volver nunca, 
porque a veces siento que todo avanza sin fin, 
pero yo me quedo atrapado en las movedizas arenas de lo finito, porque a veces me encierro en mis pensamientos,
tratando de encontrar el sendero correcto (como si eso existiera), y termino perdiéndome en las profundidades de la nada,

Porque puedo sentir cada célula de mi cuerpo deteriorándose y muriendo,cada recuerdo lejano distorsionándose y quedando en un rincón,cada experiencia alegre siendo reemplazada por una deprimente, cada gota de agua contaminándose, cada bella especie cayendo hacia la extinción, cada paisaje destrozado e intercambiado por un horrible centro comercial, cada injusticia rompiendo con la paz, cada temor, dolor, odio y maldad corroyendo al espíritu humano

Porque nos quedamos sin héroes,
y los villanos no dejan de reproducirse,
porque las mentiras gobiernan sobre la verdad,
y a nadie parece importarle o siquiera notarlo,
porque cada vez poseemos más cosas que no necesitamos,
y el vacío se extiende sin control,
porque nos alejamos más y más, 
y es obvio que para sobrevivir hay que hacer lo contrario,
porque por más que grito nadie escucha,
y los que escuchan me obligan a callar,

Porque tu también haz sentido todo esto,
y lo ignoras deliberadamente o te haz rendido,
porque sientes que no puedes hacer nada para cambiar las cosas, y eres más “feliz” en tu absurda comodidad,
porque qué importa que le lleve la chingada a todos,
y el mundo explote, mientras tengas tus egoístas y superficiales caprichos, porque somos autodestructivos por naturaleza, y herimos a quienes nos aman de verdad,
porque no valoramos a los que están incondicionalmente para nosotros, y a quienes le valemos verga y nos lastiman les perdonamos cualquier cosa,

Porque solo somos homínidos subdesarrollados en plena evolución, y tal vez lo hacemos lo mejor que podemos,
porque a pesar de ser tan efímeros logramos hazañas asombrosas, y tal vez no todo esté perdido,
porque a lo mejor para hacer las cosas bien primero hay que cagarla, y volverla a cagar una y otra vez,
porque a fuerza de empujones y tropiezos nos levantamos,
y porque incluso en las incontrolables voces de la locura,
se encuentran la armonía y la claridad

martes, 16 de enero de 2018

Everything means nothing to me




He visto al mundo desvanecerse a través de tus ojos,
quienes solían contemplar la esperanza,
como un distante y brillante sol en el horizonte,
pero que ahora solo atisban un destello de sombras,
esfumándose cual aliento de vida huyendo desesperadamente,
de este vacío envase llamado alma,

Vacío que te devora desde el interior con su
intoxicante anhedonia,
anhedonia la que te sumerge en la nada,
nada que te hunde en el abismo,
abismo que habitaste desde el principio,
principio al que retornas irremediablemente,

Irremediablemente roto, como la cordura disolviéndose,
en el mar de los sueños inconcebibles,
sueños que te mantienen despierto,
sueños que nunca se cumplen,
sueños que transformas en mala poesía a las 4 de la mañana,
porque solo entre las letras pueden cobrar vida,
vida que ya solo existe,
en la decadente imaginación que los concibió,

He visto singularidades tragar universos enteros,
he visto supernovas colapsar y vomitar mundos nuevos,
he visto el gris en las flores y colores brillantes en la oscuridad,
he visto al caos dominar sobre el orden,
y al azar creando la ilusión del propósito,

He visto al mundo desvanecerse a través de tus ojos,
y sin darme cuenta me quedé atrapado,
mientras contemplaba a tus ojos:
desvaneciéndose a través del mundo.

miércoles, 10 de enero de 2018

El valor de volarse los sesos




“En México, existen estos peces del género Astyanax que han colonizado las cavernas de Sierra del Abra. Al principio estaban perdidos, se encontraron a sí mismos viviendo en completa oscuridad. Pero no murieron, se adaptaron. Perdieron su pigmentación, su vista, y eventualmente, sus ojos. A cambio de sobrevivir se convirtieron en algo horroroso. Rara vez pienso en lo que alguna vez fui. Pero me pregunto, si un solo rayo de luz penetrara hasta la cueva ¿sería capaz de verlo? ¿o sentirlo? ¿sería atraído hacia su calor? Y si lo hiciera ¿me volvería menos horroroso?”

Raymond "Red" Reddington (The Blacklist).

 

Otra docena de nubes, otro edificio deteriorado, otro grupo de adolescentes haciendo bromas tontas, otro letrero con publicidad engañosa, otro árbol, otro más, y otro –al menos ese último estaba en floración-, un rostro agotado, tres con resaca, el de enfrente deja escapar una ligera sonrisa a su smartphone (tal vez vio un buen meme), otra pareja discutiendo, otra anciana enferma, otra bandada de aves cuyos cantos se pierden entre el horrible ruido de la decadente ciudad, otro perro defecando, otro corazón roto, otro taxista que se atraviesa imprudentemente, otro padre yendo tarde por sus hijos, otro fanático religioso gritando sobre el fin de los tiempos, otro policía corrupto, otro ladrón astuto, otra comida rápida, otro vaso de cerveza que se llena, se prueba, se vacía y se va, otro cigarrillo, otra horrible canción de moda, otra estúpida película, otra noche sin dormir, otra vez el maldito alarma indicando el inicio de este patético ciclo.

Es irónico –pensó: las únicas pocas cosas que me hacen sentir vivo, son aquellas que me destruyen, esas que acortan mi existencia; lo único que me hace sentir calor son las gotas de agua helada penetrando hasta los huesos, el gramo diario de metanfetamina atravesando la barrera hematoencefálica directamente desde la mucosa nasal, el humo del cigarro consumiendo lentamente el aliento de mis pulmones, el alcohol cocinando mi hígado y matando mis neuronas, la sangre disolviéndose en la heroína, y la heroína abriéndose paso lentamente en la sangre, haciendo corrosión desde dentro; la suma de decisiones equivocadas trayendo dolor pero un poco de sorpresa a esta eterna monotonía.

Intentó contar sus fasciculaciones hasta quedarse dormido, pero la ansiedad del síndrome serotoninérgico se negaba a dejar de atormentarlo, tan cansado de todas esas últimas veces, y tan encadenado a ellas, hace tiempo que la destrucción había dejado de ser divertida, o tal vez nunca lo fue, tal vez era solo un intento desesperado y fallido por llenar este inmenso vacío, tal vez si se destruía a sí mismo por fin podría descansar; hubo una época en la que al menos podía justificar su destrucción como un viaje de exploración a distintas realidades, pero ahora era solo una desvaneciente sombra de lo que alguna vez fue, los destellos de creatividad se esfumaron hace mucho, de cierta forma todo parecía haberse esfumado: su voluntad, su fuerza, su juventud, su familia, sus amigos, el amor de su vida, sus sueños, su futuro, su todo. 

Mientras los hipertensos latidos de su corazón marcaban el fin de la noche, una persuasiva voz empezó a resonar en su cabeza “hazlo, no tienes porque vivir encerrado en este gris infierno, el tormento puede acabarse… si así lo deseas; antes fallaste, pero ahora la tienes a ella, con ella no puedes fallar, el hipnótico giro del tambor del revolver parecía tranquilizarlo, lo llenó de balas, lo colocó en su lugar, y apuntando directamente sobre el lóbulo frontal, jaló el gatillo sin dudarlo, un estruendo tornó su mente en blanco y las paredes en rojo, mientras el eco del disparo se propagaba de regreso a su destrozado cráneo el todo se fundió con la nada, un ultimo golpe de dolor instantáneo y su vida se había terminado para siempre, primero todo era blanco, luego todo negro, al fin sin el gris...

...bip, bip, bip, bip, bip, bip, bip, bip, bip...




sábado, 10 de junio de 2017

La pesadilla de no dormir



Permanecía despierto pues le aterraban las pesadillas, sin darse cuenta poco a poco fue transformando al eterno insomnio en la más terrible de ellas…

Llegar a ese punto en el que no sabes si estás dormido o despierto, si la sombra que se cierne sobre ti es una alucinación en vigilia o un producto de la fase REM, y es que cuando duermes, el cerebro procesa tus temores inconscientemente, pero hacer esto mientras permaneces despierto es una tarea abrumadora, tener que soportar el dolor sin la anestesia que proporciona el acto de dormir es algo horrendo… Pero ¿no es mejor así? Uno supondría que tal experiencia te proporcionaría resistencia al dolor venidero, entre más dolor experimentes más tolerante a él te haces ¿no? pues no, solo te haces más sensible a él; puede que en apariencia aprendas a tolerarlo pero no nos engañemos: cuando la fiesta ha terminado, cuando todos se han ido, cuando has expulsado el ácido y amargo vómito, cuando la jaqueca se asoma por la ventana de tus glóbulos oculares y el mareo así como la euforia producto del alcohol y los alcaloides se difuman, cuando yaces acostado mirando el gris techo de tu existencia, ahí, en ese momento cuando la gente normal cae rendida por el sueño, tú permaneces con el funcionamiento del sistema nervioso central intacto, una lluvia de pensamientos comienzan a inundar tu agotada mente —como una mancha de petróleo que se cierne sobre un ya de por sí deteriorado arrecife, hasta que la suma de sentimientos negativos y (si es que hay alguno) positivos se mezclan formando un aura de melancolía, esa que Victor Hugo definió como ‘la alegría de estar triste’.

El cansancio parece hacerte dormitar, pero esta es solo otra ilusión: tan pronto como empiezas a quedarte dormido, la tierra ha terminado de dar otra vuelta sobre su propio eje, el despertador ha sonado y la pesadilla de no dormir ha comenzado de nuevo.

Esta historia fue originalmente publicada en Analphabestia